
En un sabado pesado, de esos dias donde el calor aprieta en verano y el sudor seca el interior del cuerpo; le cambio la vida al pequeño Juan de tan solo quince años.Esa mañana se desperto entre sus siete hermanos: Ximena de 13, Luis Alberto de 12, Gerardo de 9, Ana Laura de 8, Maria Paula de 6, Angel Miguel de 4 y Fernando de 2 años; en la habitacion que compartia con ellos, dentro de la humilde vivienda que habia construido su padre cerca de las vias, en la provincia de Chaco. Armo su bolso y se dirigio al potrero donde solia entrenar y jugar al futbol en el equipo del barrio. Pero ese dia era especial, la ilusion de convertirse en ese jugador profesional de las grandes ligas argentinas estaba en su cabeza, en su corazon; y en cada cuadra que hacia desde su casa hasta la canchita, la emocion y las espectativas crecian. Es que su padre habia tratado con un representante de Buendo Aires que lo veria jugar y segun sus condiciones se lo llevaria a la gran ciudad para ubicarlo en un club, no en cualquiera, en esos de los grandes como Boca, River, San Lorenzo, Velez Sarfield... Y Juan no podia dejar de soñar y de hacerse la imagen de su primer partido entre los famosos jugadores, ante el gran publico, en esa alfombra de cesped tan delicada y finamente trazada marcando areas y laterales...Y Juan llego al campito. Enseguida alcanzo con la vista a su padre y junto a el al representante (hombre gordo, de traje negro en pleno verano como matambre de morcilla...). Ya el olor de La Capital Federal podia saborear con la primera impresion que le deba este hombre. Temeroso, algo nervioso pero con ansiedad y ganas de concretacion de sueños, Juan se acerco a su padre que inmendiatamente presento a Juan a su representante y con un guiño de ojo lo mando al vestuario para cambiarse y alsitarse al equipo.Empezo el partido y Juan de entrada ya queria deslumbrar. Un toque aqui, un toque alla, subiendo y bajando, cubriendo toda la cancha, se lo podia ver siempre manejando la pelota y con actitud de ganador. Pero cuando Juan echaba un vistazo a la tribuna, la mirada del representante no le correspondia y sentia que no estaba haciendo las cosas bien. Por esta razon, se esmeraba mas. Gol, tras gol, Juan puso al equipo como ganador del resultado del partido por 5 a 3 y asi finalizo su labor. Quizas su ultima como jugador de futbol en aquel campito, en aquella provincia. Pensameinto que se le cruzo por la cabeza como el sueño de que algun dia sus compañeros lo vieran por televison o leyeran algun articulo sobre su desarrollo profesional en Buenos Aires y hasta en Europa... pequeño soñador, Juancho, como lo llamaban sus amigos. De regreso a su hogar, con su padre y "el representante", Juan no recibio ningun elogio, solo escucho charlas, rumores de su vida en Capital Federal pero sin descripciones. Los tres llegaron a la casa donde los esperaba la mama de Juan y tres de sus hermanos y un bolso con la ropa de Juan. Sin explicaciones, los presentes saludaron a Juan, ya que era inminente su partida hacia la Gran Ciudad...Juan pesno que al fin y al cabo todo estaba saliendo çde maravillas, es mas, el padre ya habia resivido un adelanto monetario por parte del representante, por lo que vio Juan mientras saludaba a su madre. Todo estaba sobre ruedas y el camino hacia sus anhelos se comenzaba a descubrir.Llegado a Capital Federal, Juan fue a parar a un sucucho mas chico de lo que era su habitacio con sus siete hermanos en el Chaco. En el intento de hacer preguntas, el representante lo obstruyo con ordenes y directivas sin dereho a suplica,... SIN DERECHO A LOS DERECHOS DEL NIÑO, DEL SER HUMANO. Y de la noche a la mañana, Juan fue vestido de mujer, fue trasformado en una herramienta de sexo y trabajo, un producto devenido del pecado, del abandono, del hambre, de la mediocridad humana, de la avaricia... Muy lejos quedo ese sabado de ilusion, ese sueño de niño, esa pasion deportiva, esa gracia natural.
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